martes, 7 de octubre de 2014

CONSTELACIONES [XV]

CONSTELACIÓN DE CÁNCER

Un argomante nunca confunde el vigor de los músculos con el fuego de la pasión. Para él, el abrazo del cuerpo amado significa siempre un viaje a lo ignoto. Muy bien lo supo aquel amante que, en el camino de la caricia, descubrió que la conjunción de la belleza y la perfección se traducía en una clara línea euclidiana entre las piernas de la amada. Embargado por la admiración y el deseo desbrozó entonces el vello de Afrodita sin imaginar que al hacerlo, al sur de la constelación del Lince, en el mismo corazón de la constelación de Cáncer, hallaría el cúmulo abierto de la Colmena, cuyo panal rezuma la miel que el argomante del León no se resistió a libar. Tampoco imaginó que con esa pulsión de los sentidos excitaría los neutrones del púlsar de la Nebulosa del Cangrejo, la puerta constelar, por donde pasan las almas que desean un cuerpo para nacer y ser.

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