jueves, 2 de octubre de 2014

CONSTELACIONES [X]

CONSTELACIÓN DE SAGITARIO

Lo que guía la mano del amante no es sabiduría sino deseo. Deseo de sentir el vibrato de la carne en el alma. Es así que ensaya las caricias sobre el cuerpo de la amada más no reconoce la sacralidad del abrazo hasta que ella, que ha descendido desde las lindes de Escorpio y llegado ante las puertas de Sagitario, lleva hasta el doble arco de sus labios la flecha que disparará hacia el ombligo estelar. Sentirá entonces el argomante subir la temperatura de las nebulosas, cúmulos y otros cuerpos del cielo profundo; verá los destellos particulares de la sangre convertirse en novas, y oirá el bullir de la gran tetera y la música sideral que alguno, acaso Mozart, traducirá para el oído humano. En esta notación de la caricia, resistirá la flecha la atracción de la masa oscura y al final, ante el vórtice umbilical de la galaxia, abrazado a su amada, el argomante se dejará arrastrar por la caudalosa riada de la Vía Láctea, la misma que alumbra el camino que siguen los peregrinos de un diminuto planeta solar situado a millones de años luz de su corazón.

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