viernes, 26 de septiembre de 2014

CONSTELACIONES [IV]

CONSTELACIÓN DE ACUARIO
Apenas un torpe balbucir son las mariposillas orgánicas de las que hablan algunos amantes que ignoran que la mujer ya ha viajado más allá de las baguetinas de Hércules, recororrido, más allá de los hombros, las dunas, los desfiladeros vertebrales hasta las colinas que marcan las lindes de su espalda; sí, a cinco grados al oeste de Neptuno, se halla la espalda de la amada que el peregrino ha recorrido con el moroso paso de quien no quiere llegar sino de disolverse como lo hace la piedra en la cóncava suavidad de la duna, y ha sentido su carne crujir como un hojaldre de tiempo mientras la nave penetraba en la constelación de Acuario, la cueva sideral donde nacen las lluvias y, en lo más hondo de ella, habitan las voces nonatas  que modulan los interminables gemidos del goce.

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