CONSTELACIONES [IV]
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CONSTELACIÓN DE ACUARIO |
Apenas un torpe balbucir son las mariposillas orgánicas de
las que hablan algunos amantes que ignoran que la mujer ya ha viajado más allá
de las baguetinas de Hércules, recororrido, más allá de los hombros, las dunas,
los desfiladeros vertebrales hasta las colinas que marcan las lindes de su espalda;
sí, a cinco grados al oeste
de Neptuno, se halla la espalda de la amada que el peregrino ha recorrido con
el moroso paso de quien no quiere llegar sino de disolverse como lo hace la
piedra en la cóncava suavidad de la duna, y ha sentido su carne crujir como un hojaldre de tiempo
mientras la nave penetraba en la constelación de Acuario, la cueva sideral
donde nacen las lluvias y, en lo más hondo de ella, habitan las voces
nonatas que modulan los interminables
gemidos del goce.
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