Desde la torre escasa que apuntala el día
he visto
a la bestia saltar sobre la sima de cadáveres mutilados
a la tácita lanza penetrar por la cruz del caballo
y a su punta mortal asomarse por la cinchera
he visto
a los dientes del equino en la inútil porfía
de morder el viento que sacudía su noche repentina y
a sus cascos eludir la mirada del jinete decapitado
he visto
a la súbita lámpara iluminar el asombro del toro
a la súbita lámpara iluminar el asombro del toro
al puño huérfano de brazo ciñendo la espada y
a Picasso testificar la infamia humana
he visto tanto
que desde aquel día en que oí el relincho final
mezclarse con el estruendo
busco entre las ruinas la herradura que perdió el potro
un segundo antes de su salto interrupto y que, de calzarla,
tal vez le hubiese evitado compartir la suerte del jinete.
4 comentarios:
¡Qué duro!
Inquietante, y sangriento. Me ha gustado porque me ha conmovido.
¡Vaya!
En definitiva, la vida, la violencia, el absurdo de la guerra. El horror.
Gracias por tu comentario, Encantada.
Hola Antonio:
Vengo de El Burdel, jejejeje.
Interesante, muy interesante y acertado plantear el tema de la guerra desde con el pretérito perfecto en anáfora. Ello le otorga no sólo la pauta retórica al poema, sino también la pauta temporal profunda. Es decir, se pasa de una escena de una guerra digamos decimonónica -¿quizá de la inpendencia?, ¿quizá de cualquiera de las guerras napoléonicas? ¿o quizá la última carga de cosacos en el comienzo de primera guerra mundial?- a una escena que concentra todo el horror de la guerra al poner el foco -la lámpara- sobre el tema central del Guernica. En esa traslación aparece no la eternidad, pero sí la perpetuidad de las guerras y el pretérito perfecto deviene en el verdadero tiempo de la narración de la/las guerra(s).
Se le echaba de menos maestro y espero que nos sigamos leyendo durante un buen tiempo.
un gran abrazo,
salut,
hugo
Gracias Hugo, tus comentarios son siempre muy atinados y sentidos. Un fuerte abrazo.
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