miércoles, 24 de octubre de 2012

CLAUDIA M. CAPEL RESEÑA «O LAS ESTACIONES»

La poeta Claudia M. Capel, directora de las revistas «Proa» y «Prisma», ambas fundadas por Jorge Luis Borges y actualmente publicadas por la Fundación Internacional Jorge Luis Borges, que preside María Kodama, reseña así «O las estaciones», publicado por In-Verso Ediciones.




La lectura de O las estaciones es respirar en el bosque, llenarse el pecho de poesía silvestre y momentos de amor. Desde el primer verso, sentimos el paisaje del río, los suspiros del árbol, el agua, las aves, la voz del aire. “¡Ah, el bosque!” 

Como un peregrino, Antonio Tello escribe la pura emoción del instante mientras pasan las estaciones. “¿Quién puede saber si el claro es suspiro / de la fronda o impronta de una estrella?”

Hay faunos y hadas, hay jaguar y caricia, es un bosque y es un sueño. Es “memoria anterior a la semilla” entre los árboles, entre las sombras, entre las alas.
 
Este libro tiene perfume de haiku, la emoción del ahora en la “breve felicidad del colibrí”. Este bosque tiene nieve y arde “es desespero de ramas verdes”.
La música de O las estaciones son los latidos del corazón. Palabra por palabra, notas del tiempo, leves, constantes, presentes. El ritmo íntimo de la respiración mientras las estaciones atraviesan el silencio. “Tu nombre. Tu nombre”. “La voz del bosque”.
El poeta “leve y extranjero” se refugia en el bosque del amor, en la emoción del presente con sus tierras y sus sueños. Une en el aire del bosque los olores de su historia, escribe las estaciones para atraparlas en un solo paisaje.
 
Es un libro de amor y de preguntas: “¿Existe el hada del bosque más allá de mi deseo?”. “Es tan breve el presente en el bosque. / ¿O eres tú todas las estaciones?”
Cuando un gran poeta como Antonio Tello escribe lo pequeño, aparece la maravilla, esa inmensidad de la poesía que cabe en un pájaro, en una caricia. El verso breve, la palabra necesaria. El relámpago poético, la flecha, el corazón:
 

“Y llegado el invierno eres tú el agua
 
que corre bajo el hielo del río”.


Como esos dos versos es todo el libro. Pura emoción.


Claudia M Capel

viernes, 21 de septiembre de 2012

VOCES DEL FUEGO [PASIÓN]


La pasión, esa carne líquida que corre por nuestras venas, nos hace uno;  uno el cuerpo, una la palabra, uno el silencio que nos electriza. Una la fuerza que nos abisma.
Quizás esta convicción y la imposibilidad de hallarla en la mujer que creía amar llevaron al joven H. a hacer lo que hizo. Eligió el más filoso de los cuchillos, lo lavó cuidadosamente y lo acarició. El frío del acero y el recuerdo de la mujer lo estremecieron. Había tomado la decisión.
Al día siguiente, H. yacía en su cama en medio de un charco de sangre. En una mano tenía el cuchillo y en la otra la expresión muerta de su pasión.

domingo, 1 de julio de 2012

BORGES Y YO

En la vida de todo hombre siempre hay momentos, por más breves y fugaces que sean, que quedan en la memoria repitiéndose para siempre, como la escena de la película que se proyecta en la misteriosa isla de La invención de Morel, acaso la mejor novela de Bioy Casares. En mi caso, este momento ocurrió una tarde al final de la década de 1960, cuando Jorge Luis Borges visitó mi ciudad -Río Cuarto-, para dar una conferencia sobre el tango y la milonga, invitado por un devoto tanguero catalán llamado Juan Sansi. 
El conferenciante, por gorila, y el lugar de su exposición -el Centro Comercial e Industrial-, templo de la burguesía local, suscitaron el airado rechazo de los jóvenes revolucionarios. Mezclado con ellos, la tarde de la conferencia me situé en las escalinatas del Centro a esperar a Borges. Cuando éste, a tientas con su bastón, comenzó a subir los escalones entre juveniles abucheos llevado del brazo por el corpulento Juan Sansi, me separé del grupo y fui hacia él. Ignoro si Borges vio entonces la borrosa silueta del gesto o presintió el saludo. Sólo sé que estrechó fugazmente mi mano y que, como si se dirigiera a mí, dijo «Hay tanto ruido». Su frase circunstancial, que muy probablemente ni siquiera fue para mí, tuvo un profundo efecto sobre mi personalidad literaria, pues entendí que, a pesar del ruido, siempre puedes oír la voz de los maestros y dialogar con ellos.
La Fundación Internacional Jorge Luis Borges, que preside María Kodama, vuelve a editar Prisma y Proa, las dos revistas que fundaron Borges y sus amigos. Claudia M. Capel, directora de ambas publicaciones, tuvo la gentileza de invitarme a publicar una breve nota sobre las circunstancias que rodearon la publicación del primer libro de poemas de Borges, en 1923.
Proa nº 16 [para leer el texto pique sobre la imagen]

jueves, 12 de abril de 2012

jueves, 15 de marzo de 2012

sábado, 4 de febrero de 2012

POESÍA VISUAL III

Para Agustín Calvo Galán
Con el pico cortaba la rama
con la rama le daba a la flor
(Ronda infantil)

domingo, 29 de enero de 2012

EL NOMBRE DE TODAS LAS COSAS




Quien conozca el nombre de todas las cosas,
el de todo cuanto existe en este y otros mundos,
quizás pueda decirme el modo de invocarte,
de traspasar la inicial de tu nombre  y
adentrarme así en el secreto de las estaciones. 


Fragmento del poema O las estaciones

domingo, 22 de enero de 2012

POESÍA VISUAL [I]

EL ARCA DE NOÉ ABANDONADA EN LA CUMBRE DEL MONTE ARARAT

HIPÉRBOLE



                                                           Hipérbole (I)
                                 
                                               En el sueño,
                                               el niño halla un trozo de hierro en la playa.

                                               Se me ocurre pensar que
                                               ante el niño se ha detenido un soldado
                                               y que el niño piensa
                                               que el hombre y su caballo son de barro.


                                                              Hipérbole (II)

                                              Es otoño. Tras la oscuridad me despierta
                                              el roce leve de una hoja.
                                              ¡Ah! Si pudiese recordar tal vez recordaría
                                              la espada, la bala o el obús
                                              que me hirió de muerte.
                                              ¡Ah! Si alguien acertara a pasar por el bosque
                                              vería la hoja sobre la piedra.
                                              Es otoño. Más allá, en la llanura,
                                              continúa la batalla.

domingo, 1 de enero de 2012

EL PACTO



          porque no es posible un pacto con el silencio
y crees que la voz es sólo vibración de la carne
eres un yo de tiempo que se desintegra      que dimite
del mundo y la memoria    un yo traicionado
por la luz que enmascara tu conciencia de estar
un yo traslúcido      acaso vestigio de una mirada
animal o humana   que busca asidero entre dos abismos      
que en la intemperie oye toser las almas de los pobres     
     y permanece inmóvil




Del libro Lecciones de tiempo.