Ese hombre que camina por la playa,
con la mirada perdida en otro horizonte,
piensa en los innúmeros secretos del Mediterráneo;
también en que en este mar no duermen
su sueño definitivo
Quetzalcóatl, Walichú, Günechén
y otros dioses cuyos nombres ignora.
Ese extranjero que en la playa sigue el vuelo de la gaviota
sabe que mañana esas aguas mojarán sus cenizas
y que tal vez alguien acuñará su nombre en la piedra,
pero no el de su patria.
Poema expuesto por invitación en la muestra Bicentenario de Chile BCN. Mi gratitud a Natalie Sève.
4 comentarios:
Hola Antonio:
"con la mirada perdida en otro horizonte". Pienso que tu extranjero es uno y es todos los extranjeros que tienen el desarraigo como legítima seña de identidad. Quizá en la piedra sólo se pueda acuñar su nombre, porque ser apátrida, poco a poco, ya es una forma de estar en el mundo.
Me ha gustado muchísimo este poema porque casi, casi me he sentido retratado en él.
un gran abrazo,
salut,
hugo
Así es, estimado Hugo, todos los apátridas nos parecemos cuando nos miramos en lo esencial del desgarro. Un fuerte abrazo
pequeño mar
inmenso mar
vasija sin bordes
que guarda las cenizas
de todos los muertos
te abrazo
Gracias Ruth, un comentario que es un poema.
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