A su paso alza las olas. Encrespa el mar.
Arrastra las dunas. Sacude las ramas.
Ulula en las calles. Golpea las puertas.
Con violencia. No es furia, sin embargo.
Quien cruza el umbral del viento es ciego.
Sus ojos no soportan lo que su voz revive.
De Nadadores de altura.
6 comentarios:
Hola, Antonio.
Esas dunas que cambia furia por la luz de tus palabras.
Alicia
Las visiones del horror pueden hacernos cerrar los ojos, pero no enmudecernos. Gracias por tu visita, Alicia María.
Basta cerrar los ojos para imaginarse ciego;
imaginarme sordo, no puedo.
Antonio Deltoro
dos besos
Buenísimo este poema, Antonio.
Las visiones del horror pueden cegarnos, pero la voz del poeta no enmudece nunca, Ruth. Besos.
Gracias, Sara.
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