Los mares se gestan en el vientre de las caracolas. Basta llevarse una al oído para oír el rumor de las olas; meter en ella la nariz para oler la brisa; la lengua para saborear el salitre y, finalmente, los dedos para sentir en las yemas el pálpito del origen. El deseo es siempre metáfora.
Del Cuaderno de notas de Manuel T.
2 comentarios:
Lo breve, si bueno, dos veces bueno.
Un placer pasar.
Abrazos
Toda búsqueda es finalmente una síntesis del camino. Gracias por pasar por mi casa. Un abrazo, Carlos
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