sábado, 1 de noviembre de 2008

OTOÑO

Después de la experiencia de Sílabas de arena, quise enfrentarme a los elementos esenciales que definen el mundo, ese lugar donde el paso del tiempo se hace explícito. Quiero decir a lo que tiene de orgánico y emocional. Fue así como surgió O las estaciones, un libro en el que trato de expresar ese conflicto tan inherente al ser humano que enfrenta a las criaturas del amor con la violencia y las aboca a la inevitable disyuntiva de caer en el silencio o esperar que renazca la vida. Otoño es una selección de unos pocos versos del mencionado libro inédito.

1 comentario:

Antonio Tello dijo...

Mail remitido por Mario Satz:

Querido poeta:

Los comentarios a tu trabajo sobre mi poema me llegan con dulce intermitencia, de modo que gracias otra vez. Hoy [...] escribí un poema que me rondaba en la cabeza desde que leí la historia de los afidios, parásitos cuya existencia provoca el color de las hojas otoñales, pura toxina defensiva. Todo eso junto al maravilloso libro de Thoreau Los colores del otoño, una prueba de que los poetas son los únicos que saben mirar y ver. Me pregunto si de haber sabido hoy lo que sabemos de los afidios, su éxtasis visual hubiese sido el mismo. Claro que él era un hombre y no un árbol.

Escucha mis palabras, dijo la hoja,
Lo que tomas por una fiesta de colores,
Aquello que para ti es tibieza y miel de otoño,
Toda esta aparente joyería foliar
Cuya claridad rojiza, óxidos solares y morados
Se despliega entre bayas
Para extraer sonrisas de tus labios, dijo la hoja,
Es pura toxina contra los parásitos,
La defensa de un mal sabor,
La acritud de una costumbre ancestral,
Guerra contra inhóspitos parásitos.

Escucha mis palabras, dijo la hoja,
Hay veneno en la belleza y dolor en la luz.
Todas esas llamas encendidas que bailan
Entre las pequeñísimas manos de la brisa
En realidad se quejan de visitas indeseadas.
Así también un día el sufrimiento será para ti
Algo más que oscuridad y misterio.
Así también un día entenderás que el hambre
Es más fuerte que la muerte,
Y entonces, afilada como yo en tu propia rama,
Tu atención aceptará que el horror es tan admirable
Como el renovado esfuerzo por brotar
A la cenicienta luz de luna
Olvidándonos que sus cráteres son cicatrices
Y la paz una pasajera excreción de la guerra.
Y la paz la pasajera más antigua de la ilusión.
Mario Satz. Dual laúd