cien escalones subes con
la piedra a la espalda subes
hasta la cima de la torre
y lo que tus ojos ven es
la majestad del horizonte
el campo de las estaciones
y lo que tus ojos ven es
la primavera arrasando los puentes
el verano quemando los bosques
y bajas
brama en el caracol el otoño
el invierno encanece el aire
cien escalones bajas con
la piedra a la espalda bajas
hasta el pie de la cantera
ahora ya lo sabes es ira
la luz que divide tu sombra
Fragmento de Lecciones de tiempo. El vídeo fue realizado con la colaboración de Paco Valverde.
4 comentarios:
Hola Antonio:
Hace días, muuchos días que te debía un comentario -la salú, los ojos, los párpados que me llevan y me traen por el camino de la amargura-. De todos modos, no hay disculpas.
El poema. ¿Estamos ante un Sísifo imperfecto o quizá ante la realidad pura y dura de este Sísifo que no es el mito, sino tema y parte de la existencia?
La piedra a la espalda pegada tanto para subir como para bajar.
Sube a lo alto de la torre y contempla lo inalcanzable -el horizonte- y percibe en ese espacio la fugacidad del tiempo.
Pero la piedra le hace bajar los escalones. Abajo lo espera la realidad. El espacio es la cantera, el trabajo y el tiempo fugaz también, pero hostil.
Es entonces, cuando adquiere toda su profundidad la sorpresa del verso final:
"es ira la luz que divide tu sombra" (¡¡grande Antonio!!). Sin duda, la existencia no es otra cosa: saber sobrellevar la piedra y los escalones, tanto en lo alto de la torre como en la base de la cantera. Ya sabes donde encontrarás la luz y donde te espera la sombra. La vida quizá sea esa escalera que protagoniza el video.
Antonio, nos seguimos leyendo y escribiendo.
un gran abrazo
salut,
hugo
Hola Hugo, gracias por tus siempre atinados comentarios. Desde que empecé a escribir el mito, y especialmente el de Sísifo, han marcado mi escritura. Quizás este sea el aspecto más evidente de la influencia de Albert Camus, cuyo existencialismo siempre me pareció más próximo que el de Sartre. Un fuerte abrazo con el deseo de que mejore tu salud.
Precioso poema, Antonio. Además de a Camus, el poema me ha recordado uno de mis cuentos favoritos:
"Bartleby, el escribiente" de Mellvine. Siempre me he identificado más con el protagonista de esta historia que con G. Samsa. Un fuerte abrazo.
J.M. Banús
¡Gracias José María, qué alegría tenerte por aquí! Quizás tengas razón y en la ira final se halle el principio de la rebelión que propone Bartleby. Un fuerte abrazo
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