martes, 23 de noviembre de 2010

DECLINACIÓN

Minotauro y yegua muerta frente a una gruta y niña con velo, de Picasso.

Caen los párpados y la luz sucumbe a la oscuridad. No hablo de sueños.
Un pálpito de tigre pronuncia las palabras del cuerpo mientras
los terrores se arman y montan en sus caballos entre bufidos y relinchos.
Los terrores patrullan la noche y, con la impunidad que dan las sombras,
se adueñan del espacio. Escriben el laberinto.
No hay horizontes. No hay estrellas.
El minotauro corre de un lado a otro y finalmente perece poco antes
de despertar. Su muerte es inútil. Un rumor de larvas avanza mientras
los olores que genera corrompen el aire.
Cuando los terrores conjugan los verbos bajo los párpados, no hay salida .


2 comentarios:

José María Banús dijo...

Somos miedo andante, miedo pensante, miedo que se miente para no sentir miedo. No hay peor miedo que el mísmo miedo.

Un abrazo, Antonio.

Antonio Tello dijo...

Sí, José María, somos miedo porque acaso sea un extraño mecanismo de defensa, que nos destruye cuando nace de las oscuras pulsiones del terror o del horror vivido.