viernes, 28 de mayo de 2010

LA SEMILLA DEL CUENTO

Paul Verlaine decía que un poema es tensión hacia la exactitud. Su trasunto en prosa, el cuento, también lo es. Es la flecha disparada hacia el blanco. Pero ¿qué impulso lleva la mano a la flecha, la carga en el arco y la dispara? No es una idea, porque ésta es un artificio de la inteligencia, sino una intuición, un gránulo de fantasía; una suerte de conocimiento surgido extramuros de la razón, acaso de una memoria anterior. Incluso del olvido. Es la intuición lo que vincula al poeta con lo sustantivo, la fuerza que atraviesa su alma en busca de su voz, su forma, para revelar la verdad del poema.

4 comentarios:

hugo dijo...

Hola Antonio:
hace días que te debía una o que te debía ésta, es igual.

La pregunta que surge, después de leer varias veces tu texto es ¿en qué punto lo que vale para el poema deja de valer para el cuento?
Es decir, si el acto creativo está siempre precedido por esa intuición y por el afán de
"disparar el arco" ¿es cuando se materializa en idea el momento de la separación de lo estrictamente poético y de lo estricatamente narrativo?

Suelo entrar y salir del cuento -últimamente del microrrelato- y de la poesía con cierta facilidad y, con no poca frecuencia, esa intuición me vale sólo para el arranque. Se hace casi imposible mantenerla cuando llega la escritura y plantea el texto.

En el poema la voz poética siempre manda y ordena y aquella intuición tiene una presencia, sobrevive a la escritura -la tijera es más benévola, en ese sentido y sólo en ese sentido-. En cambio, en el cuento aquella intuición queda subsumida en el narrador, narratario, persona y foco.

La pregunta final sería ¿tienen la misma vinculación con esa intuición primigenia el poeta y el narrador-cuentista? o ¿valoran igual el poeta y el narrador-cuentista la necesidad de mantener en la palabra lo que que apareció como intuición?


Y hasta aquí llega mi "viaje a la semilla"

nos leemos y nos escribimos,

salut,
hugo

Antonio Tello dijo...

Como bien sabes Hugo, la materia poética es la que se descubre cuando el poeta atraviesa el bosque de símbolos (Baudelaire)y, al borde del abismo, entreve los múltiples reflejos de la verdad. La cuestión que entonces se suscita y lo que determina la forma que el poeta elige es cómo contar lo entrevisto sin traicionar a sabiendas de que la mera traslación al lenguaje escrita comporta una pérdida. A veces, la fidelidad a la verdad (a alguno de los reflejos de ella) requiere de las formas del poema y otras del cuento, pero también de las formas de la novela, las dramáticas o las ensayísticas. Recientemente he publicado un mismo texto como cuento en El mal de Q. y como poema en Conjeturas acerca del tiempo, el amor y otras apariencias. Un abrazo

hugo dijo...

Hola Antonio:

En realidad con las preguntas intentaba reflexionar en voz alta acerca de lo que tu planteabas. Quizá debí aclararlo.
Es decir, no es ninguna indagatoria acerca de tu artículo, sino todo lo contrario, lo provoca el interés, mi interés, en un aspecto que resulta crucial para quién se defina o intente definir una identidad a través de lo que hace y crea.

El problema, la cuestión, el asunto pienso -experiencia personal e intrasnferible- radica en que "la carga" que lanza el arco trae una determinada respuesta. Y con esa materia hay que trabajar. La escritura reduce. El cuento te pide -o me pide- siempre una historia concreta y la exigencia del poema es aún mucho más intensa. No es un problema de géneros, ni muchísimo menos.

Mi interés por tu artículo es porque sencillamente incide en un aspecto vital -al menos para mi- que es la vinculación del poeta-narrador-creador con aquello que fue pura percepción, pero que siempre acaba traicionando -y pienso que está bien que así sea- por la bajada a la tierra de la palabra y el texto.

creo que he vuelto a enrrollarme y te pido disculpas a tí y a tus lectores, pero es que el tema es uno de los que me puede

salut,
hugo

Antonio Tello dijo...

Querido Hugo, te agradezco tus reflexiones porque complementan y amplían las mías. Además, ambos sabemos, que en el diálogo aprendemos todos. Un abrazo