martes, 11 de mayo de 2010

EL ESTILO TARDÍO

En su hermoso y erudito libro Sobre el estilo tardío (Debate, 2009, trad. R. Falcó Miramontes), Edward Said reflexiona a partir de la frase acuñada por Theodor W. Adorno sobre ese momento crucial en la obra de un creador en que rompe con las convenciones de su tradición y se lanza sobre el futuro. Algunos lo hacen tempranamente y otros al final de sus vidas. Entre unos y otros figuran Mozart, Rimbaud, Mallarmé, Proust, Joyce, Kafka, Beethoven, en quien se centra precisamente Adorno. Para éste, quien acuñó la expresión «estilo tardío» en el ensayo «Spätstil Beethovens», dice Said. «mucho más que para cualquier otro estudioso que haya tratado las últimas obras de Beethoven, esas composiciones que pertenecen a lo que se conoce como el tercer período del compositor (las cinco últimas sonatas para piano, la Novena sinfonía, la Missa solemnis, los seis últimos cuartetos para cuerda, las diecisiete bagatelas para piano) constituyen un acontecimiento de la historia de la cultura moderna: un momento en que el artista, a pesar de ser dueño absoluto de su medio, abandona la comunicación con el orden social establecido del que forma parte y alcanza una relación contradictoria y alienada con él. Sus obras tardías constituyen una forma de exilio». 

2 comentarios:

Natalie Sève dijo...

Querido Antonio, creo que ese exilio de Beethoven lo moviliza en el último tiempo de su vida hacia un territorio de composición universal.
Sus obras finales brotan del centro, de la nada misma, del
silencio, de la unidad cósmica, de la sordera que le permite la experiencia de notas inexistentes en cualquier condición externa.

Beethoven, es la obra de la luz hecha música.

Un gran abrazo

Natalie

Antonio Tello dijo...

Así es Natalie, cuando la sordera lo situó en la dimensión del silencio el genio de Beethoven pudo componer una música libre de sujeciones. En Joyce quizás fue la extrema miopía el agente que condujo su genio poético a la escritura de Ulises y de Finnegans Wake para narrar las peripecias del alma entre las sombras y notariar las torpezas del lenguaje en los confines del significado.