Cuando era niño, cogía esas mariposas grandes y negras, alas de noche que dejan sus pigmentos flotando en la oscuridad, digo que las agarraba y les desenrollaba el hilillo que tienen en la cabeza y las dejaba volar sin soltarlas. Pobres mariposas. Por unos instantes no eran libres junto a la luz. Sombras atadas a la mano de un ser extraño. Pobres mariposas. Sujetas tantos años de su vida de insecto sin poder volver a la noche. Aleteando alrededor de una lámpara. Alrededor de mí.
[Fragmento del Cuaderno de notas de Manuel T.]
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