martes, 16 de diciembre de 2008

LA VOCACIÓN DEL POETA

[...] Es sobre la memoria que el ser humano puede proyectarse en el tiempo y trascender más allá de sus limitaciones individuales en la realidad del mundo.
Es a partir de esta experiencia cuando empieza el proceso de gestación de la obra de arte, la concreción del deseo que ha llevado al poeta hasta la estación abisal. El instante maravilloso que pone al artista ante la sinceridad de su vocación. ¿Qué hacer? ¿Debe moldear la criatura a gusto de la comunidad? ¿Cómo revelar la verdad entrevista sin traicionarla ni traicionarse? ¿Cómo pintar, esculpir, escribir? ¿Cómo descubrir?
Aunque la encomienda del poeta es social, su experiencia es individual y es ahora cuando advierte la presencia del otro; la de aquel con quien debe compartir lo entrevisto. Es decir, la obra que nace de su experiencia artística. Pero ¿quién es ese otro? ¿Importa?
Estas preguntas identifican las trampas del poder humano y de cualquiera de sus ideologías que pretenda legitimar su dominio sobre los individuos. No se concibe la obra de arte para alguien determinado. No se la concibe para entretener, sino para revelar. La obra de arte, un cuadro, una escultura, una pieza musical, un libro, es una huella original. Se escribe, se pinta, se esculpe para conocer, conocerse y descubrir la realidad del mundo y de la naturaleza humana. [...]



[Fragmento del Cuaderno de notas de Manuel T. * Imagen Performance de Esther Ferrer sobre un poema de Mallarmé]

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