Tanto escribir como leer son actos de fe en la
libertad individual. La libertad no es una abstracción y es cometido del
escritor contribuir a alcanzarla a través de su escritura emancipada de las
ideologías de poder. Éstas tienden a imponer una retórica realista que reduce y
simplifica el discurso narrativo convirtiéndolo en una expresión superficial,
maliciosamente interpretada como claridad, que escamotea la hondura de la
realidad y, por lo tanto, el conocimiento y la liberación del espíritu. Por el
contrario, la retórica de la libertad se vale de un lenguaje luminoso que
alumbra la complejidad del mundo, señala el camino del saber y muestra las
diversas dimensiones de la existencia.
[Cuaderno de notas de Manuel T.]
2 comentarios:
Reflexionar así otorga poder al escribir y leer.
Gracias por ello.
Eso creo yo, Alicia, gracias a ti por tu comentario.
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