Caballos de la cueva de Chauvet (Francia) |
«...El venerable momento poético es aquel en el que uno trata a las palabras de tú a tu, saltándose todo lo que sabe, como el muchacho que de pronto se da de bruces con un caballo antes de que éste haya sido inmortalizado -es decir, controlado- en la cueva donde vive su horda y bajo la forma de una estampa indelebre llamada "caballo". Durante el momento poético no decimos palabras sino que las palabras nos dicen. Tampoco es una locura: no es cierto que primero pensemos y luego hablemos sino que pensamos hablando o hablamos pensando -según ha reiterado Clément Rosset (y Pierce y Sittgenstein, pero Rosset hace muy poco-, y eso ya es escribirlo. La cercanía de las palabras es poética, su separación como aparato técnico, como lenguaje, es literario».
De Autobiografía sin vida, de Félix de Azúa.
2 comentarios:
Sí, las palabras simplemente llegan. Nos dicen. La pega es que te pase mientras estás en la ducha :D o lo que es peor: en sueños. Por eso es conveniente llevar siempre la famosa libretilla a mano.
...o cuando estás en pleno esfuerzo escatológico, en cualquiera de sus sentidos, RAB.
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