En diciembre de 1975, ya marcado por la amenaza de la Triple A, llegué a Buenos Aires acompañado de mi familia. Haroldo Conti, Roberto Santoro y Alberto Costa fueron algunos de los poetas que nos acompañaron. Los dos últimos, incluso, nos llevaron a cenar a San Telmo y nos mimaron para aliviar la incertidumbre del destierro. Aún en esas circunstancias hablamos de convertir la SADE (Sociedad Argentina de Escritores) en una institución capaz de defender los derechos de escritores y poetas. Tras el golpe militar del 24 de marzo de 1976 y la oficialización del terror de Estado, Haroldo Conti y Roberto Santoro fueron secuestrados y asesinados -están desaparecidos- y Alberto Costa, por lo que he sabido mucho después, se exilió a España.
En el mes de octubre participé junto al joven escritor argentino Matías Néspolo en coloquio sobre la creación literaria en Argentina durante la época de terror centrada en las figuras de Haroldo Conti y Antonio di Benedetto. Fue como entrar de nuevo en la vorágine de unos días terribles y reencontrarme con la figura entera, tierna, valiente y honesta de Roberto Santoro, el poeta que hizo de la poesía un Barrilete.
No hay comentarios:
Publicar un comentario