Recuerdo a mi querido Gerard de Nerval para contradecirlo, pues no soy el desconsolado príncipe de la torre abolida, sino la piedra de esa torre, acaso la misma que servirá de apoyo a algún peregrino o mural para un mensaje de auxilio o de amor, acaso para la flecha que indica el camino. Sí, soy esa piedra entre las ruinas.
De Cuaderno de notas de Manuel T.
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