domingo, 30 de octubre de 2011

PI EN LA CIMA


El caminante sobre el mar de nubes, de Kaspar Friedrich


                                                                                                        Para Iván Humanes
«Me dijo el maestro zen Ejo Tanaka: Cuando estás lejos ves inmensa a la montaña. Cuando estás en su cima, no la ves». Al leer esto en el facebook de Iván Humanes, Pi, que siempre había vivido en la llanura y visto su líquida semejanza, el mar, sintió curiosidad por conocer una montaña. Movido por ella, al día siguiente se encaminó hacia el Oeste, hacia esa línea blanca que brillaba en el horizonte y que alguien le había dicho que era la cordillera. «Desde aquí no parece que el maestro tenga razón», se dijo Pi que, a medida que se acercaba, veía cómo aquella ligera ondulación al final de la planicie se agrandaba y que al llegar ante ella se alzaba como una duna o una ola insalvable. Aún así la trepó y cuando dejó de verla tuvo la misma sensación de infinitud que le causaban la llanura y el mar. «Desde la cima no ves la montaña –se dijo-, pero ves su abismo».

De Voces del fuego.

domingo, 23 de octubre de 2011

LA BELLEZA Y LA FORMA


Dibujo de Picasso para La obra maestra desconocida, de Balzac


«-¡No es misión del arte copiar la naturaleza, sino transmitirla! ¡Eres un poeta y no un vulgar copista!- exclamó con vehemencia el anciano, interrumpiendo a Porbus con gesto autoritario- ¡Si fuera así, un escultor no tendría más que sacar el molde de una mujer! Prueba a moldear la mano de tu amante y luego contémplala; te parecerá un horrible cadáver sin semejanza alguna con la realidad, y te verás obligado a recurrir al cincel del escultor, quien, sin copiarla exactamente, le infundirá  movimiento y vida. Hemos de saber captar el espíritu, el alma, el aspecto externo de las cosas y de los seres. ¡Los efectos! Son meros accidentes de la vida, y no la vida. Una mano, por seguir con el ejemplo, no forma simplemente parte del cuerpo, sino que expresa y prolonga un pensamiento que es preciso saber captar y reflejar. Ni el pintor, ni el poeta, ni el escultor deben separar el efecto de la causa, que forman indefectiblemente un todo. En ello estriba la auténtica lucha. Muchos pintores triunfáis por instinto sin conocer ese concepto del arte. ¡Dibujáis una mujer, pero no la veis! Así es imposible descifrar los arcanos de la naturaleza. Vuestra mano reproduce, sin que os deis cuenta, el modelo que habéis copiado en el taller de vuestro maestro. No penetráis lo bastante en la intimidad de la forma, no perseguís con suficiente amor y perseverancia los quiebros y las fugas de esa forma. La belleza es ardua y difícil, y no se deja apresar por las buenas; es menester esperar durante horas, espiarla, apremiarla y atenazarla para obligarla a rendirse...».





La obra maestra desconocida, Honoré de Balzac (Círculo de Lectores, 2000, trad. Javier Albiñana). Con ilustraciones de Pablo Picasso, encargadas por el galerista Ambroise Vollard, en 1931, y consistente en trece aguafuertes.

lunes, 10 de octubre de 2011

EL APÁTRIDA

                           
porque no fuiste desterrado de un país
sino del alba     exiliado a esa luz
que te enceguece     eres
una sombra inmóvil entre las horas del día
una memoria sin
                            hemisferio del pasado

quiero que mi conciencia muera y
el viento se lleve los ojos de los árboles
las bocas de las dichas   el hedor de las desdichas
quiero que llueva sobre mi yo desnudo
ese yo sin rostro y sin causa que sobrevive
     entre dunas de signos

quién es ese yo escondido que te habla
como si fueses yo

ese yo detrás de mi yo que me habla
como si fueses tú

tú soy / yo eres
en qué lado de la frontera me / te encuentras

y yo / él
en qué yo es    desde qué voz nos habla

tú / yo
somos el yo / él que se habla a sí mismo


la voz que nace de la angustia
te divide y condena a la inmovilidad
al adiós pintado en las paredes del laberinto
   y así    sujeto   tú / yo al instante de una calle
     oyes los cantos de las conciencias náufragas
y no dices yo        no dices yo
los cuerpos deshabitados de los apátridas
                                          no dicen yo