viernes, 30 de enero de 2009

DEL PENSAMIENTO POÉTICO

«El verdadero objeto de la poesía no es el sol, las montañas, los bosques, el paisaje o la forma humana en su aspecto material, la sangre, nervios, músculos, etc., sino los intereses del espíritu. [...] La esfera de la naturaleza sólo entra en el dominio de la poesía cuando el espíritu halla en ella una excitación o los materiales de su actividad; cuando considera el mundo como teatro de la humana actividad, como su mundo exterior, que únicamente tiene valor esencial mediante su relación con el mundo interior de la conciencia. El objeto verdadero de la poesía es el imperio infinito del espíritu. Y de todos los materiales del arte, el que más conviene al espíritu, el más capaz de expresar sus intereses y todos los movimientos de su vida íntima, es la palabra, la cual debe ser empleado como el modo de expresión más idóneo a este fin. Bajo este aspecto, es la poesía principalmente la encargada de revelar a la conciencia la potencia de la vida espiritual, las pasiones que agitan al alma, los afectos del corazón humano, los pensamientos que se suceden calmosamente en la inteligencia del hombre; en una palabra, el dominio entero de las ideas, de los actos, de los destinos humanos, todo el acontecer de este mundo y el gobierno divino del universo. En este sentido, ha sido y es maestra de la humanidad, y su influencia es la más general y extendida. En efecto, enseñar y aprender es saber, tener la experiencia de lo existente. Las estrellas, los animales, las plantas, no saben o no tienen conciencia de su ley. En cambio, el hombre sólo existe en conformidad a la ley de su ser, cuando sabe de sí y de cuanto le rodea. Debe conocer las potencias que le hacen obrar y le dirigen. Ahora bien: tal saber es el que da la poesía en su forma original y viva».
[Fragmento de Poética -Sección I, Del pensamiento poético y del pensamiento prosaico, de G.W.F. Hegel - Imagen: Estudio de figura en un paisaje, Francis Bacon]

miércoles, 28 de enero de 2009

MARIPOSA NOCTURNA

Cuando era niño, cogía esas mariposas grandes y negras, alas de noche que dejan sus pigmentos flotando en la oscuridad, digo que las agarraba y les desenrollaba el hilillo que tienen en la cabeza y las dejaba volar sin soltarlas. Pobres mariposas. Por unos instantes no eran libres junto a la luz. Sombras atadas a la mano de un ser extraño. Pobres mariposas. Sujetas tantos años de su vida de insecto sin poder volver a la noche. Aleteando alrededor de una lámpara. Alrededor de mí.

[Fragmento del Cuaderno de notas de Manuel T.]

sábado, 24 de enero de 2009

ESCRITURA Y REALIDAD

En la literatura actual, basta saber colocar una palabra detrás de otra y tener un argumento para escribir una novela, un cuento o un poema. Sin embargo, esto no es suficiente para traspasar los límites de la realidad evidente. El impresionista Edgar Degas afirmaba que la línea no es la forma sino la percepción que se tiene de realidad. La escritura tampoco es la realidad sino un modo de aproximarse a la misma y asomarse al abismo. Pero para atisbar ese lugar entre la fugacidad y lo eterno, ese instante en que se tiene conciencia de la vida y se intuye la totalidad, es necesario dejar que la escritura y la intuición del artista se fundan y recreen el mundo.
Aliada con la imaginación y la memoria libres de las imposiciones de la naturaleza, la palabra puede articular formas de lo indecible; expresar lo que de verdadero hay en la realidad inmediata de una sociedad alienada. La novela, el cuento o el poema resultantes son entonces destellos de la totalidad, latidos de la realidad oculta tras la naturaleza y el farfullo del mundo, porque sólo se re-crea lo sustancial.

[Fragmento del Cuaderno de notas de Manuel T. - Imagen: El ajenjo o En el café, de Edgar Degas]

miércoles, 21 de enero de 2009

LENGUAJE Y MÚSICA


«...De las interacciones de la música con el lenguaje quiero abstraer un solo asunto: la idea de que la poesía lleva hacia la música, que se convierte en música cuando alcanza la intensidad máxima de su ser. Esta idea tiene la implicación evidente y grave de que la música es, en última instancia, superior al lenguaje, de que dice más o lo dice más directamente. [...]

Pero ahora no quiero llamar la atención sobre la rivalidad, sino sobre el reconocimiento recurrente por parte de los poetas, de los maestros del lenguaje, de que la música es el código más profundo, más numinoso, de que el lenguaje, cuando se le capta de verdad, aspira a la condición de la música y es llevado por el genio del poeta hasta el umbral de esa condición. Por un relajamiento o una trascendencia graduales de sus propias formas, el poema se esfuerza por escapar de los límites lineales, denotativos, determinados lógicamente, de la sintaxis lingüística para llegar a las simultaneidades, las inmediateces y la libertad formal que el poeta cree hallar en la forma musical. En la música el poeta espera encontrar la solución a la paradoja de un acto de creación propio de su creador, marcado con la forma de su espíritu y sin embargo renovado infinitamente en cada oyente».

[Fragmento de El silencio y el poeta, ensayo compilado en Lenguaje y silencio, de George Steiner - Imagen: Huidobro, La gaceta semanal]

sábado, 17 de enero de 2009

SUB WAY, Ramón Serrano

La poesía de Ramón Serrano rescata esas visiones del mundo que atraviesan la retina y la memoria como fugaces relámpagos, para fijarlas en las conciencias. El poema nº 7 de Sub way, el metro de Barcelona, es como el paso de ese tren subterráneo que sigue las líneas, falazmente paralelas, que siguen el destino de los individuos trastocando las reglas de la geometría euclidiana. Este libro, publicado en 1994, es acaso uno de los más significativos de su obra. El poema, una belleza seca y nocturnal no exenta de la violencia latente de la urbe.

sábado, 10 de enero de 2009

EL CORAZÓN DE LA CEBOLLA

Escribir para el pueblo. Escribir para el lector. ¿Qué pueblo? ¿Qué lector? Estas son las trampas del realismo. Los engaños del poder. De cualquier poder. De cualquier ideología que pretenda legitimar su dominio sobre los individuos. No se escribe para el pueblo ni para un lector determinado. Se escribe para conocer, conocerse y descubrir la realidad del mundo y de la naturaleza humana. El escritor no es un maestro. El escritor es un navegante cuya carta de navegación –su creación escrita- es el mapa de su propia exploración del mundo; una carta que otros, los lectores, el pueblo, pueden utilizarla para sus particulares exploraciones. Quiero decir, siempre individuales.
Si el escritor escribiera para el pueblo, para el lector ¿qué lenguaje debería utilizar para no engañarlo? ¿qué lenguaje debería emplear para no engañarse y falsear la realidad? La escritura es un acto individual que exige un lenguaje íntimo para reproducir todo aquello que se ha entrevisto más allá de la realidad visible. Y lo que se entrevé no son historias. Son realidades. Las historias se sostienen en argumentos, cuya misma naturaleza inductiva tiende a dar una visión parcial o superficial de la realidad y, consecuentemente, a falsearla. No se escribe a partir de un argumento, sino de un proyecto de viaje cuyo único vehículo de transporte es la palabra. La palabra despojada de todas las pieles que cubren y opacan su más profundo e íntimo significado. Ese corazón que, en su soledad vital, produce tantas armonías como almas que escuchen sus latidos. Quiero decir lectores que rechacen la inducción argumental y se lancen a su propia empresa exploradora sin temor a perderse.
[Del Cuaderno de notas de Manuel T.]

miércoles, 7 de enero de 2009

LA REALIDAD DEL ESPACIO


«El espacio es un incidente en el tiempo y no una forma universal de intuición como impuso Kant. Hay enteras provincias del Ser que no lo requieren; las de olfacción y audición. Spencer, en su punitivo examen de los razonamientos de los metafísicos [...] ha razonado bien esa independencia y la fortifica así, a los muchos renglones, con esta reducción a lo absurdo: Quien pensare que el olor y el sonido tienen por forma de intuición el espacio, fácilmente se convencerá de su error con sólo buscar el costado izquierdo o derecho de un sonido o con tratar de imaginarse un olor al revés.
Schopenhauer, con extravagancia menor y mayor pasión, había declarado ya esa verdad. La música, escribe, es una tan inmediata objetivación de la voluntad, como el universo. Es postular que la música no precisa del mundo.
Quiero complementar esas dos imaginaciones ilustres con una mía, que es derivación y facilitación de ellas. Imaginemos anuladas así las percepciones oculares, táctiles y gustativas y el espacio que éstas definen. Imaginemos también -crecimiento lógico- que una más afinada percepción de lo que registran los sentidos restantes. La humanidad -tan afantasmada a nuestro parecer por esta catástrofe- seguiría urdiendo su historia. La humanidad se olvidaría de que hubo espacio. La vida, dentro de su no gravosa ceguera y su incorporeidad, sería tan apasionada y precisa como la nuestra. De esa humanidad hipotética (no menos abundosa de voluntades, de ternuras, de imprevisiones) no diré que entraría en la cáscara de nuez proverbial: afirmo que estaría fuera y ausente de todo espacio».
[Fragmento de Discusión (La penúltima versión de la realidad), Jorge Luis Borges- Imagen solarizada de una ilustración de Víctor López de la Fuente]

lunes, 5 de enero de 2009

DIMENSIÓN DEL LABERINTO


Una tarde, después de haber caminado hasta el agotamiento por los idénticos pasajes del laberinto, caí y sentí el frío del suelo en el rostro. Al cabo, mis ojos descubrieron el pulular de diminutos insectos, gusanos y otros seres adaptados a la esterilidad de la piedra. Para ellos parecía no haber semejanzas en el universo, todo era distinto y único, y su fragorosa exploración alimenticia los justificaba en su existencia. Incluso los signos devorándose entre sí en los intersticios del muro eran parte de la misma actividad. Apilé entonces unas piedras sueltas y no sin dificultad trepé y lo que vi desde lo alto fue, quizás como ellos, un paisaje incomprensible extendiéndose entre el alba y el ocaso.

[Del Cuaderno de notas de Manuel T. ]

domingo, 4 de enero de 2009

EL ACTO DE LA CREACIÓN


Crear es pronunciar, decir. Crear es preguntar. Un acto del habla que, en literatura, hacemos efectivo a través de la escritura. De aquí que la escritura tenga un carácter genésico por el cual es posible dar forma y contenido a un nuevo universo y animarlo con el hálito de nuestro espíritu. Un universo en el que habitan todas las otras criaturas que somos y cuya naturaleza, si las dejamos vivir a su libre albedrío, reproduce la complejidad del individuo y del mundo que lo rodea. Por esta razón, escribir apelando a la esencialidad del lenguaje también significa poner en práctica la decisión –la voluntad- de explorar y saber. Es decir, de conocer y conocerse.
[Del Cuaderno de notas de Manuel T.]